Por Omar Cuiriz

Fotografía: Christian Hernández, Omar Cuiriz

Con información de Jorge Manzo

Internadas entre brechas y a pie de carretera, se observan las históricas hectáreas donde se producía limón en Aguililla y El Aguaje. Por muchos años el fruto floreció acaudaladamente. La tierra, el clima, el agua y el esfuerzo de los trabajadores lograban una producción que sostenía a casi toda la población de la región, desde productores y empacadoras hasta las familias de cortadores.

La extorsión llegó eventualmente. Este ramo de la delincuencia organizada, ya tan normalizado, es versátil y se ajusta al producto, sus condiciones, sus formas y a los “acuerdos” a los que puede llegar el extorsionador con su víctima. La cuota debe beneficiar a quien la pide, pero sin afectar de manera sustancial a la víctima para que pueda seguir produciendo y ambas partes sigan siendo beneficiadas por la producción durante el mayor tiempo posible.

Si el productor cobra 5 pesos por kilo de producto, pero la cuota es de 50 centavos, el costo final será de 5.5 pesos. Una formula sencilla.

Lo anterior ha existido desde hace años y ha encontrado sus maneras; sin embargo, otros factores de violencia lograron reventar la flexibilidad de quienes son extorsionados, hasta el punto de abandonar las tierras que les pertenecen y dejar la actividad a la que sus familias se han dedicado por generaciones. El miedo a perder a su familia está por encima de quedarse en el lugar donde nacieron. En el aspecto económico, invertir en un lugar donde los accesos son bloqueados y destrozados impidiendo el paso de insumos, es impensable.

Hay casos extremos y son los que se instalaron en Aguililla y El Aguaje, además de Tepalcatepec y Buenavista: productores de esta zona han contado cómo, entre la disputa de cárteles, les han quitado sus tierras y casas, han saqueado sus huertas y robado su maquinaria. El fenómeno propició un éxodo, la huida de cientos. Un tema que involucra obligadamente a los sectores social, de seguridad, de derechos humanos y todas las instancias posibles. En cuestiones del campo y económicas, esto se tradujo en que hubiera un déficit estimado de más de 100 mil toneladas del cítrico, ya que unas 5 mil hectáreas dejaron de producir en estas zonas de conflicto.

La violencia que se vive en Michoacán deja cada vez más consecuencias que impactan y carcomen todas las aristas de la vida en sociedad, alterando derechos básicos como el trabajo, el desplazamiento y hasta la vida misma. Sin embargo, situaciones específicas como el encarecimiento del limón evidencian y señalan otros factores que pueden resolverse, anticiparse y en algunos casos, evitarse.

LA MANCHA LIMONERA YA CRECE EN OTRAS TIERRAS

Ante las extorsiones, el acoso de los criminales y la violencia extrema, productores de la zona de conflicto que por generaciones sólo se han dedicado al campo, han optado por desplazar su actividad a otras tierras, como el municipio de Múgica.

El productor Sergio Ocha Vázquez asegura que el tema de la inseguridad tiene años existiendo, y los desplazamientos de dueños de huertas, también.

“Sí hay huertas abandonadas por el desplazamiento de la población a causa de la delincuencia organizada, pero también es cierto que hay muchas nuevas huertas en Nueva Italia, por ejemplo, que han ido cubriendo el desabasto de las que han parado”.

El presidente del Comité Nacional Sistema Producto Limón Mexicano, Bernardo Bravo Márquez, detalla que la mancha limonera sí está creciendo para otras zonas, pero que el árbol dura 4 años en dar frutos y el fenómeno más reciente de éxodo tiene unos 2 o 3 años, por lo que podría hablarse de un porcentaje de recuperación del deficit en otros dos años.

“La violencia afecta a la actividad cuando la gente deja de hacerlo. La gente ama lo que trabaja desde toda su vida, pero si les representa poner en riesgo su vida, pues no lo van a hacer. Si la gente quiere transitar por una emergencia y no puede salir de su municipio porque las carreteras están destrozadas, pues ya sabemos qué es lo que deben elegir”.

HISTÓRICAMENTE SE LE APUESTA A SACAR LA PRODUCCIÓN ANTES DE SEMANA SANTA

Para el productor Sergio Ochoa, el encarecimiento histórico tiene que ver directamente con la oferta y la demanda, y recalca que el encarecimiento no responde principalmente a la inseguridad, sino a la baja producción que decidieron sacar los productores, además de que hay una alta demanda, sobre todo por la pandemia, puesto que “la gente lo está buscando para atender los padecimientos, incluso el presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que lo usó durante su contagio”.

Además de que una lluvia atípica [abundante] afectó la floración que se deja año con año para los meses de diciembre y enero.

“Generalmente los productores cuidamos el limón para sacarlo en la ventana de febrero y marzo y hasta Semana Santa, y descuidamos, por decirlo así, el limón que se debería producir en noviembre y diciembre. A esto le agregamos que las lluvias del año pasado provocaron que hubiera un 25 por ciento de producción de lo que hay normalmente en la temporada de noviembre, diciembre y enero. El limón abortó”.

Sergio Ochoa explicó que para que brote el limón se lleva alrededor de cuatro meses, y que:

“si hace cuatro meses hubiéramos atendido contemplando que el limón valdría lo que ahora, hubiéramos tenido más producción, pero muchos productores le apostamos a sacar la producción en febrero y marzo, antes de Semana Santa, que es el limón tierno que hay ahora y que cuando salga se regularizarán los precios. El año pasado el precio rondó los 15 a 20 pesos, pero este año se espera que sea de 20 a 30 pesos”.

LIMÓN TIERNO: SIN JUGO Y CARO

La Voz de Michoacán realizó un recorrido por todos los procesos en la producción y venta del limón en la región de Apatzingán. Al llegar al llamado Tianguis Limonero, donde la Asociación de Citricultores fija el costo que se le pagará al productor por kilo de fruto, se encontró con que la dirigencia reclamaba a los productores el que se estuviera cortando limón tierno, pues no tiene jugo.

Incluso interrumpieron la fecha de corte porque las plazas (mercados y supermercados) estaban llenas de este tipo de producto: “El fruto no se puede vender, entonces, ¿para qué cortar? Ya se les avisará la fecha del próximo día de corte. Esto lo está provocando el limón tierno, están trayendo limón tierno y de muy mala calidad, estamos vendiendo limón de dos días en un día y casi la mayoría, tierno”, anunció con micrófono en mano uno de los líderes de la Asociación de Citricultores de Apatzingán.

Por su parte, el productor Sergio Ochoa confirmó que durante los meses de diciembre y enero los cortadores estuvieron cortando limón tierno, por eso en los supermercados y mercados la gente estaba comprando limón sumamente caro y duro. Además, explicó que a los cortadores se les paga por caja y debido a la demanda, ahora a ellos se les paga casi el triple de lo que reciben normalmente, por lo que, aunque se vigila que vaya producto listo para la venta, aun así, se va limón que no debe”.

“Los cortadores van a hacerse de sus cajas porque se les paga por caja y están cortando limón tierno. Anteriormente la caja se pagaba entre 30 o 40 pesos, ahorita están recibiendo 120. En un día pueden recibir más de mil pesos y entre sus ganas de llevarse más, descuidan la calidad”, señaló.

LLEGARÍA UNA SOBREPRODUCCIÓN EN MARZO

Concentrarse en la producción de marzo de manera simultánea, no sólo en las huertas de Michoacán, sino en otros estados, como Colima, provocaría una oferta de muchísimo volumen que se puede ir a precios de niveles industriales, advirtió en entrevista exclusiva el presidente del Comité Nacional Sistema Producto Limón Mexicano, Bernardo Bravo Márquez.

“Tuvimos una afectación climatológica que dejó al árbol vacío y un árbol que está desocupado en carga se vuelve altamente productivo. Después de esa etapa de humedad, entra en una etapa de floración muy unificada en toda la región y también dentro de los demás estados productores porque pasó por todo el Pacífico la situación, por lo que se va a juntar una cosecha y, por ende, va a haber una oferta considerable de nuestro fruto en el mes de marzo y abril”, y advirtió que se puede tener una situación parecida a la del jitomate, que no se está pagando ni la cosecha y “no es costeable ni pagarle el corte a la gente”.

Indicó que para esos meses habrá hasta 8 mil toneladas por semana, a diferencia de las 2 mil 500 que se tuvieron en diciembre-enero y de la primera semana de enero de 2020, que se contabilizaron 7 mil toneladas.

“Los récords históricos en los precios se deben principalmente a eso, a que se tienen récords históricos en la merma de la productividad. Estimamos que tenemos una merma de 40 por ciento, es decir 40 por ciento menos de oferta de fruta con la que se venía trabajando en los últimos 15 años”.

“CADA VEZ SALE MÁS CARO PRODUCIR LIMÓN” ¿Y EL GOBIERNO?

Si bien es cierto que la generosa lluvia que se tuvo en 2021 no se pudo anticipar, el uso de tecnologías en el campo y el aseguramiento de una buena condición de infraestructura carretera para trasladar los productos que se ven afectados por el agua serían algunos apoyos que el gobierno podría prever y proveer, pensando en el impacto que finalmente sufren los bolsillos de las familias mexicanas.

La capacitación uniforme, generalizada, útil y bien estudiada para cada región respecto al uso de fertilizantes, insecticidas y fungicidas, así como facilitar el acceso a estos, también podría ser parte de la agenda del gobierno, tanto por la palanca económica que representa para los miles de familias de la región, como para los mexicanos en general, al ser Michoacán uno de los estados que más abastece de limón al mercado nacional.

“Cada vez sale más caro producir limón”, coincidieron varios productores y líderes de asociaciones del cítrico.

Bernardo Bravo Márquez añadió que el sector limonero se encontró con un 2021 en el que se tuvo una temporada de huracanes un tanto atípica, pues “hacía mucho que no nos lluvia durante 4 meses seguidos, prácticamente llovía a diario, manteniendo una humedad en todo el valle de manera constante. Si bien se restablecen condiciones como la sequía, los productores tuvimos que dar mayor inversión para poder trabajar, porque el exceso de humedad lo necesita, por la intervención de maquinaria, hacer saqueo de humedad, proteger floraciones con algún agroquímico para poder mantener el árbol en producción, pero ya los costos no eran los de 2020, mucho menos que 2019, es decir, ya tuvimos un 2021 con un incremento en los insumos que nos deja preocupados y es algo que no va a descender”.

Estos escenarios de crisis son afrontados por los productores con ausencia de los tres órdenes de gobierno. Muchas veces sin tecnología, sin asesoramiento y con el miedo a invertir en herramientas que luego no puedan recuperarse. Usan el conocimiento empírico y la ayuda de algunos ingenieros que, si bien es efectivo para ciertas adversidades como plagas e inundaciones, urge el apoyo del Estado, en quien recae la resposabilidad de asegurar el alimento y la economía de quien los adqueire.

“Todos los productores hacemos cosas diferentes para proteger los cultivos, de acuerdo con la experiencia en los resultados. Algunos aplican hasta detergentes, otros incluso siguen haciendo producto hirviendo azufre, sulfato de cobre, para tratar de abatir los costos y no comprar directamente un producto agroquímico patentado (que el año pasado subió su costo de manera exagerada), sino hacer nosotros productos que sí den resultados”.

UN PRODUCTOR DE LIMÓN NO ES UN PRODUCTOR MILLONARIO

No hay crisis que no enseñe. “Nosotros lo hemos vivido en el valle de manera constante, en un tema técnico era imposible entrar a trabajar porque era una inundación de medio metro del suelo al árbol. Yo creo que sí existen los medios y las formas, pero volvemos a lo mismo: realmente un productor de limón no es un productor millonario, no es productor que cuente con esas facilidades [las de resolver una crisis, como el exceso de lluvia]. Ahora bien, no tenemos ningún apoyo para mejoramiento tecnológico, para productividad, para acompañar a algún productor que quiera innovar en ese sentido, no existe, se vinieron dejando todos estos apoyos”, lamenta el presidente del Comité Nacional Sistema Producto Limón Mexicano.

Pensar en dejarle esta responsabilidad únicamente al productor representa un alto riesgo: “Que tú vayas a hacer una inversión que después no la puedas recuperar, es tirar el dinero a la basura, por mucho que quieras innovar o que busques hacer. La experiencia y el aprendizaje técnico, cada uno lo lleva, cada quien tiene su asesoramiento de ingenieros y cada quien tiene su experiencia”.

El presidente afirma que cada quien realiza manejos distintos, pero que lo primordial y lo que pide el Comité es que se preserve el medioambiente usando productos que sean amigables con el entorno.

Los involucrados coinciden en que cuando llega algún apoyo siempre es para un pequeño grupo de productores y que suele ser el “tradicional incentivo”, pero lo que realmente se necesita es enfocarse en situaciones que generen realmente un impacto para los productores y “no sólo para lo que políticamente convenga, yo creo que necesitamos de verdad ver la situación de fondo, ver la situación real y ver que sean beneficios con presupuesto, pero que los beneficiados sean todos”.

INSUMOS: DE 11 MIL EN 2019 A 28 MIL ESTE 2022

“Ustedes pueden ir a ver en las agroquímicas y donde venden los fertilizantes para que vean que, comparando con el año pasado, no están al doble, sino al triple, es una cosa exagerada: una tonelada del 20+10+10 del ENTEC te cuesta hasta 28 mil pesos, y el año pasado estaba a 11 mil. Y ahorita, si no protegemos con fungicidas para las plagas, el limón aborta, pero están carísimos ahorita. Ahora, los venenos que usamos para proteger de la diaforina, la araña roja, la araña cristalina, el trips y otros que si no protege uno no hace uno cosecha y si la sacas con defecto no la puede uno vender a los empaques”.

Las condiciones actuales favorecen la llegada y brotes de plagas, y para proteger los cultivos se necesitan agroquímicos, en su mayoría extranjeros y de los que los aumentos en los costos no son paulatinos, sino que de una temporada a otra han subido más de 200 por ciento.

Los productores no hablan de productos que hayan sido elaborados con expertos académicos o científicos mexicanos. No mencionan bioinsecticidas que suelen anunciar los boletines de las universidades, únicamente se habla de agroquímicos y fertilizantes de patentes extrajeras.

TODO COMIENZA CON EL ABANDONO AL SECTOR PRIMARIO

La ausencia de una intervención coordinada entre el campo, los especialistas y el gobierno para atacar estas crisis hacen que cada vez sea más difícil producir un kilo de limón, “las plagas están muy arraigadas, los agroquímicos cada vez son más inaccesibles para un productor, los fertilizantes se elevaron un 50 a 70 por ciento”, menciona un productor desde el Tinguis Limonero de Apatzingán.

Pero no sólo es la adquisición, sino lo que se necesita para aplicarlo: aquel productor que no tenga el equipo necesario para aplicar, como los aspersores, que es lo que se requiere para aplicar en tiempo de lluvia los fungicidas e insecticidas, también está en desventaja, eso conlleva también que el precio por kilo de producción se eleve.

“Este año llovió mucho, y cuando hay mucha lluvia aborta mucho la floración que debe uno proteger, por eso mete uno mucho insumo para proteger. Yo creo que nos sale aproximadme a 8 pesos producir un kilo de limón, comparando con un promedio de 4 a 5 pesos que salía en otros años.”, menciona el apatzinguense.

A LOS QUE NADIE VE

En la cadena productora hay un eslabón que se contempla poco y que llega a invisibilizarse, pero que tiene un papel fundamental. En esta ocasión no sólo fue el menos afectado, sino que en cierto sentido se vio beneficiado con el encarecimiento y desabasto del limón. Se trata de quienes cortan el limón, una labor que no es sólo de hombres, sino de mujeres de edad avanzada, jóvenes y en algunas ocasiones, menores.

En el recorrido se observaron incluso familias completas trabajando. Las recogen entre 4 y 5 de la mañana en una glorieta de Apatzingán y en una camioneta son trasladados a las huertas. Con los primeros rayos de sol comienzan el corte, a cada quien se le asigna su línea. Los y las más hábiles logran entre 7 y 8 cajas al día, pero hay quienes sólo pueden hacer 3 o 4.

El sol, las espinas, los surcos, los brazos siempre levantados, llenar las cajas de kilos y kilos de limón. Es un trabajo cansado en el que la gran mayoría de los casos no hay seguridad social, ni prestaciones ni otros derechos básicos de ley. Las cajas con el fruto son pagadas a los cortadores según el costo en el que se vende.

Una mujer cuenta que normalmente reciben 30 pesos por caja. Es decir que todas sus horas de duro trabajo en la tierra equivalen a 100 pesos diarios, 200 si el cuerpo dio para más. Sin embargo, que el costo final por kilo en supermecados llegara a 90 pesos, hizo que los cortadores recibieran hasta 120 pesos por caja, por lo que el esfuerzo durante unas semanas se pagaba por día hasta en mil pesos. Para ellos “ya era justo que les tocara algo”.

No dudan en decir que el encarecimiento lo ven bien, pues su trabajo siempre ha sido mal pagado, pese a que es fundamental.

La señora Paty, que lleva 3 años cortando, cuenta que dejó de trabajar en casas haciendo aseo y prefirió el campo porque le deja un poquito más. Se siente orgullosa porque a su edad aún puede aportar algo a su hogar: “Mis hijos ya están casados, todos tienen ya su familia y ven por ella, yo tengo que seguir trabajando para mis nietos y para no molestarlos”.

“Yo prefiero espinarme las manos que morirme de hambre, ya casi no se me hace pesado, me sirve de distracción”.

Una vez más el gobierno se muestra ausente. ¿Quién ve por ellos?, ¿quién considera su esfuerzo y es consciente que por esas manos los alimentos llegan a la mesa?